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marzo 6, 2025

Académica y empresaria
 
“Ser fiel a los valores y pregonar con el ejemplo marca la diferencia en el liderazgo”

Teresa Cometto es una figura clave en el ámbito corporativo de Uruguay, con una destacada trayectoria de 38 años en una multinacional de consumo masivo, donde se desempeñó en diversos roles de liderazgo hasta llegar a la posición de Country Manager. Formada como química farmacéutica, con un doctorado en Administración, actualmente es decana de la Facultad de Administración y Ciencias Sociales y catedrática de Marketing de la Universidad ORT. También dedica su tiempo a proyectos de reinserción social con personas privadas de libertad. Su legado en el mundo corporativo y su enfoque en la inclusión continúan inspirando a nuevas generaciones de líderes en el país.

Creciste a la par de una multinacional de consumo masivo, donde permaneciste por casi cuatro décadas. ¿Te visualizabas en el rol de máximo liderazgo?

Cuando comencé a trabajar como química en investigación y desarrollo, la verdad es que mi objetivo principal era continuar aprendiendo. Había salido de la facultad muy recientemente. Siempre busqué crecer y aportar, con pasión y convencida de poder hacer el mejor trabajo. Me dieron la oportunidad en la compañía y, a pedido personal, de poder mirar al consumidor desde un ángulo de marketing e investigación de mercado. La empresa me abrió muchas oportunidades y también me brindó muchas herramientas a través de capacitación para ser una mejor profesional en áreas en las que yo no me había preparado originalmente en la universidad. En ese momento no imaginaba que el camino me llevaría hasta la posición de Country Manager, pero siempre que creí en el trabajo bien hecho, en rodearme de equipos talentosos, en desafiarse permanentemente. A la distancia diría que fue un viaje de compromiso, de evolución constante, en el que cada etapa me fue preparando para la siguiente. Y sobre todo tengo que reconocer y valorar que tuve muchas personas que creyeron en mí.

¿Te encontraste con alguna expectativa o presión adicional como mujer en posición de alta jerarquía?

En Unilever sentí que las oportunidades se daban a medida que uno iba creciendo y comprometiéndose en hacer lo mejor en cada actividad. Pero el desafío más grande para mí fue equilibrar los distintos roles y romper barreras invisibles, más que dentro de la empresa, en relación a stakeholders externos. Aprendí que la mejor respuesta a esas presiones es la excelencia. Uno se va ganando la posición y el respeto, pero también es importante saber pedir ayuda, la construcción de redes de apoyo. Mi marido, con quien fuimos compañeros de Facultad de Química, siempre me acompañó en el camino; no hubiera sido posible todo lo que hice sin su apoyo, y en cada desafío la verdad es que encontré la oportunidad de abrir puertas también para otras mujeres.

¿Qué cambios serían necesarios para lograr una mayor inclusión femenina en cargos de toma de decisiones?

La inclusión no creo que sea solo una cuestión de equidad de oportunidades, que sí lo es, pero no alcanza, sino también de cultura organizacional. Las mujeres tenemos un nivel académico muy alto, tenemos una muy alta preparación, pero necesitamos modelos de liderazgo más diversos, sistemas de promoción más equitativos y sobre todo organizaciones que valoren el talento sin cejos. El apoyo en la maternidad y la paternidad son muy relevantes, y la mentoría y el patrocinio también son claves para que más mujeres se animen y sean reconocidas en su camino.

¿Qué habilidades personales considerás esenciales para ocupar un rol de liderazgo?

Hace unos 12 años, siendo parte de la Pastoral Penitenciaria de Montevideo, visitando a personas privadas de libertad, aprendí que la capacidad de la escucha activa es fundamental en todo lo que hacemos. También tener la apertura para siempre seguir aprendiendo, la resiliencia entre desafíos y problemas, y la empatía para conectar con las personas, poniéndolas en el centro de todo lo que hacemos; así como la visión estratégica y la claridad para construir hacia el futuro. El ser auténtico y transparente, o sea, ser fiel a los valores y pregonar con el ejemplo marca la diferencia en el liderazgo. Siempre le consulto a mi equipo, cómo puedo contribuir a aliviar sus puntos de dolor para ponerme al servicio realmente de lo que cada uno necesita, destrabar temas y liberar todo su potencial.

Ahora que has decidido seguir por el camino de la docencia, ¿qué te gustaría transmitirles a las nuevas generaciones de líderes?

Lo que les puedo transmitir es que el liderazgo es una responsabilidad, un camino de aprendizaje continuo y de servicio hacia el equipo, y no al revés. La mejor estrategia siempre es rodearse del mejor equipo posible, identificando sus capacidades y fortalezas para complementarlas y para empoderarlos. Que los valores y la ética son innegociables, y que siempre hay que animarse a desafiar lo establecido con creatividad y convicción.

¿Qué otras actividades ocupan tu cotidianidad y cómo se siente poder dedicarles tiempo, luego de una extensa trayectoria corporativa?

En realidad, el tiempo libre lo venía dedicando siempre, principalmente a la familia. Cada encuentro era y sigue siendo una verdadera fiesta. Desde que dejé el mundo corporativo, he dedicado más tiempo a la rehabilitación de personas privadas de libertad para contribuir a su reinserción en la sociedad. Durante más de 12 años estuve trabajando activamente como agente pastoral en la Pastoral Penitenciaria de Montevideo y luego desde ACDE formamos un equipo llamado Liberados con un doble objetivo de sensibilizar a la sociedad y de contribuir en la articulación entre gobierno, empresas y sociedad civil. Desde el año pasado formo parte de Fénix Montevideo, que está basada en el modelo espartano, que estoy convencida que es el camino que hay que seguir para reducir la reincidencia. Me apasiona la educación, me encanta acompañar nuevas generaciones y todos los proyectos que tienen impacto social dentro de la sostenibilidad. Lo que más disfruto es todo lo que podemos hacer para marcar una diferencia positiva en la vida de las personas. También disfruto actividades como natación y kayak. Pero lo que más quisiera enfatizar es que, después de tantos años donde he tenido ese doble sombrero, con la actividad empresarial y la actividad académica, llega un momento en el que poder elegir cómo y dónde aportar es un verdadero privilegio. Lo vivo con enorme gratitud y entusiasmo.

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