Sin nombre ni apellido: Qué implica y cómo funciona la tecnología de reconocimiento facial
Su aplicación es amplia, puede ir desde brindar seguridad diaria en los centros comerciales, hasta específica en partidos de fútbol o conciertos.
Una de las cosas que las personas buscan constantemente, con mayor o menor consciencia, es la seguridad. Seguridad humana, bancaria, afectiva, vial y demás. La tranquilidad al estar fuera de nuestros hogares disminuye cuando el flujo de gente es amplio. En este sentido, los mecanismos de seguridad aplicados para el control son variados. Uno de ellos resuena cada vez más y de forma progresiva está siendo elegido por las empresas y organismos de forma local y global. Se trata de las cámaras de reconocimiento facial. ¿Cómo funcionan? ¿Quiénes la implementan? ¿Qué datos se obtienen a través de los rostros y a dónde se dirigen?
Sin nombre ni apellido
Acorde a datos brindados por Statista, el mercado de la tecnología de reconocimiento facial espera superar los US$ 3100 millones de dólares este año. La herramienta es aplicada en distintos contextos y lo más importante es que, desde un principio, se sienten las bases para no hacer mal uso o abuso de ella. Por eso, el objetivo de su implementación debe ser claro, pero ¿cómo funciona?
A través de las imágenes, captadas por las cámaras ubicadas en lugares estratégicos, el software realiza un mapeo de los rostros, con una tasa de precisión de reconocimiento del 98% y a cada uno de ellos les atribuye una serie de números y letras identificatorios. Este aspecto es esencial, ya que la identidad de la persona -con nombre y apellido- no está en juego, sino que cada individuo pasa a tener su propio código dentro del sistema que se mantiene para representarlo. De esta forma, en caso de ser necesario, se puede realizar seguimiento y registro en tiempo real de personas particulares. Cabe destacar que el uso, manejo y cuidado de dicha base de datos, dio paso a la creación de la figura del “ombudsman”, quien se encarga de garantizar los derechos de los ciudadanos.
El material queda almacenado en un banco de datos y estará disponible por tiempo limitado en caso de ser requerido. Los establecimientos privados que cuenten con dicha tecnología, como los centros comerciales, pueden colaborar con la policía en situaciones específicas. Para ello, se debe presentar un pedido expreso, legal y por escrito. De esta forma, se puede realizar un seguimiento de aquellas personas que, tras cometer un acto delictivo, hayan ingresado a cualquier parte del establecimiento.
La tranquilidad de disfrutar del paseo de compras
En Uruguay, Tres Cruces apuesta en las cámaras de reconocimiento facial desde 2019. Gonzalo González, Gerente de Operaciones del centro comercial, destaca otros mecanismos que, en conjunto con las cámaras de reconocimiento facial, operan a diario para brindar mayor seguridad a los usuarios. Entre ellos, se destacan las cámaras CCTV, la presencia de guardias de seguridad, la disponibilidad de botones de pánico, así como la disposición de efectivos de la Guardia Republicana (en específico en la terminal).
Actualmente, operan 49 cámaras de reconocimiento facial, sumando un total de 666 cámaras CCTV en Tres Cruces. La inversión total en el sistema es de U$S 300.000.
Detrás del mismo objetivo
En Uruguay, el Estadio Centenario aplicó 70 cámaras de reconocimiento facial en abril de 2017 con el fin de incrementar el control de la delincuencia en espectáculos deportivos. De esta forma, todas las personas que ingresan al estadio o se encuentran en las tribunas, son controladas en tiempo real, lo cual permite su fácil identificación en caso de ser buscadas.
En esta línea, por exigencia del Ministerio del Interior, el Estadio Campeón del Siglo invirtió en la aplicación de 18 cámaras alrededor del complejo, también en 2017.
En otro contexto y parte del mundo, la misma tecnología fue aplicada por la policía de Londres durante el Carnaval de Notting Hill en 2018. Este evento, considerado uno de los más populares del país, atrae cerca de un millón de personas por año. En esta línea, el uso de las cámaras pretendía vigilar y controlar posibles robos o incidentes que pudieran ocasionarse entre la multitud.